CASO JOHANN
David VERDEJO
REUNIÓN 29 DE DICIEMBRE DE 1999
I. EL ROL DE LA PRÁCTICA CLÍNICA EN EL PSICOANÁLISIS
La práctica clínica analítica, tiene un momento determinante que traspasa toda la vida del psicoanalista, pero tiene un momento especial dentro de la formación de los practicantes en la cual me incluyo.
En el momento de la formación, tenemos tres momentos que se vuelven imperativos. En primer lugar, en todos los sentidos, lo ocupa el análisis personal. Cuestionándose allí el goce, en todas sus manifestaciones, por intermedio del analista; afirmando y objetivando nuestro deseo de ser analista: conocer nuestra herramienta de trabajo: nuestro inconsciente. Herramienta que no está exenta de patologías, deseos, de carencias que pueden intervenir en el curso del proceso analítico de nuestros pacientes: su manipulación, para resolver nuestra patología en él.
El segundo lugar es ocupado por el estudio de la teoría psicoanalítica. El aprendizaje escapa de ser una abstracción, pues constantemente el valor de los textos es contrastado con la práctica y por el propio análisis. En términos temporales, se considera que el estudio no tendría nunca un punto final, por estar en perpetua actualización, reformulación y reinterpretación .
En el tercer lugar se encuentra la supervisión de la práctica clínica (motivos por lo cual nos reunimos). Los analistas iniciantes nos encontramos en un doble posicionamiento: por un lado, el discurso de los pacientes que interpela su escucha; por otro, la confrontación con un analista experimentado que, en calidad de interlocutor, interroga tal escucha desde el saber que le es atribuido, desde el sujeto que se supone que sabe. Quien primero escuchó debe después hablar y, en este viraje, se modifica la perspectiva del practicante. La supervisión suele tener una duración limitada puesto que, así como sería necesaria en los comienzos de la práctica clínica, se tornaría más adelante prescindible, aun cuando siempre es posible retomarla, inclusive de manera esporádica.
Por lo tanto, nuestra práctica clínica no tendría sentido ni acreditación clínica, si éstos otras dos instancias de formación no se realizan. Se consensúa un espacio con nuestro "formador" (o desformador) para poder ingresar a los otros momentos que culminan el proceso de formación del analista:
la autorización (el trámite formal: estar titulado como psicólogos y además cancelar deudas de prorrogas, etc.), a saber que "el analista sólo se autoriza desde sí mismo" (Lacan) en la búsqueda de su verdad en la soledad del análisis.
El momento del reconocimiento. Momento que el crédito proviene de aquellas personas que así lo consideran. Ejemplo concreto de ello es cuando un analista recibe un pedido de análisis de alguien que fue enviado por un tercero. En este circuito, que comienza con el sujeto que indica, y por lo tanto, testimonia en favor del analista.
La formación del analista es una formación del inconsciente. No por casualidad ciertas cuestiones son consideradas ineludibles por las distintas escuelas procedentes del común tronco freudiano. La coherencia y la consecuencia sobre lo esencial del análisis, el estudio y la supervisión, indica que estos son los caminos que debemos aprender a transitar, durante años, pacientemente. Hasta el momento en que, luego de realizar las pruebas competentes, podamos, finalmente, llegar a un ajuste de cuentas con Freud...
CRITERIOS TÉCNICOS EN EL ÉNFASIS PSICOANALÍTICO
La Clínica analítica tienen puntos técnicos y epistemológicos que la distinguen de otras corrientes psicodinámicas, por ejemplo:
La utilización de la transferencia como herramienta terapéutica (la interpretación transferencial), lo cual evidencia la reproducción actualizada de vínculos primarios dentro de la sesión analítica, estimulada por el silencio (en sí) del terapeuta.
El énfasis en centrarse en recuerdos infantiles que están cargados de sentimientos tempranos reprimidos, "...con el objetivo de vivir conscientemente la manipulación inconsciente y el menosprecio de sus padres, y verse libres de ello... sólo al volverlos conscientes empieza la transformación..."
Etapas:
Delimitación de las áreas de discusión: Se utiliza la limitación del Motivo de Consulta. Se debe tener presente en su mente las áreas conflictivas del paciente, captar su discurso y cómo se sintetiza el yo con su síntomas.
Diagnóstico: identificar núcleos conflictivos, neuróticos o psicóticos, con sus ansiedades básicas y los mecanismos de defensa que son utilizados para hacer frente a situaciones traumáticas
Tratamiento (cara a cara o diván). Que está orientada a develar el inconsciente del paciente, a quitar el manto que cubre los sentimientos infantiles reprimidos:
la tarea más importantes es identificar el conflicto básico, el cual se da a entender a través de las palabras, actitud, gestos, estilos y contenido de la comunicación del paciente, alrededor del enjambre de asociaciones tanto en el inicio como en el transcurso de las sesiones.
Descubrir el estímulo traumático, que se relaciona con tomar la punta de la cadena de significantes para poder ir descubriendo todos los eslabones hasta llegar el núcleo conflictivo inconsciente, que al hacerlo consciente se vuelve liberador "...se da sentido consciente a los síntomas, y ningún síntoma se sostiene a voluntad del paciente..."
Esto se puede lograr con dos actitudes que Freud aconsejó para el fortalecimiento de la relación de trabajo:
(limitarse a reflejar los impulsos y sentimientos que el paciente proyecta en él, sin revelar nada de su propia personalidad)
el analista-espejo
y la regla de abstinencia (evitar que el paciente encuentre en la relación terapéutica, un grado de gratificación para obstaculizar un desarrollo amplio de la transferencia, la regresión y los deseos de curación. Frustrar), manteniendo una actitud cordial, humana y de respeto a la individualidad y libertad del paciente.
El terapeuta técnicamente interviene de las siguientes maneras:
- Se emplea para dirigir la atención del paciente hacia aspectos de su comportamiento o de sus verbalizaciones de los que no se ha percatado adecuadamente, pero que puede ser capaz de reconocer por sí mismo.
Confrontación.
Su empleo adquiere máximo interés en:
Hacer resaltar aspectos de la comunicación que el paciente no ha prestado atención.
Cuando el paciente presenta omisiones, lagunas o contradicciones importantes.
Para señalar alteraciones graves en el cumplimiento de las reglas concertadas.
Para despertar el interés por comprender aquello que se oculta bajo unos actos que le son perjudiciales.
Para averiguar qué ansiedades e inhibiciones impiden sacar partido de todos sus recursos y posibilidades.
Cuando el comportamiento de algunos pacientes, tanto dentro como fuera del análisis, puede ser en ocasiones deshonesto y tramposo.
La confrontación es directiva, y tiene un carácter de diagnóstico y juicio de valor, en lugar de ofrecer comprensión ( cuando se usa indiscriminadamente), infantiliza al paciente e impide el desarrollo autónomo del pensamiento; pero cuando no se usa manifiesta problemas contratransferenciales centradas en el miedo de lastimar o dañar al paciente.
- Aquí el terapeuta resume, sintetiza y subraya lo esencial de la comunicación del paciente, sin introducir ninguna idea o sentimiento que el paciente no haya expresado y que no sea consciente o preconsciente.
Clarificación.
Se divide en tres modalidades:
Síntesis: Resume lo expresado verbalmente, con la finalidad de poner en relieve los aspectos más esenciales de lo expuesto, como para incitar al paciente a continuar con su comunicación. Proporciona un clima de seguridad y confianza e induce a una relajación de los mecanismos de defensa del yo.
El retorno del sentimiento: Tiene como objetivo detectar el sentimiento y la actitud implícitos en las palabras del paciente y hacérselo saber a éste. Dejándole en plena libertad para aceptar o rechazar esta explicación.
Elucidación o clarificación propiamente dicha: Se informa al paciente de determinados sentimientos, deseos o ideas que, sin ser expresados en la comunicación la infiltran y la configuran. Pone de manifiesto elementos psíquicos que no se anuncian directamente en las palabras del paciente, pero que pueden ser deducidas de ellas y del contexto que las envuelve.
Interpretación.
Es explicar al paciente el sentido inconsciente de sus manifestaciones verbales y de su comportamiento. Intenta traer a la conciencia , a la vez, el pasado y el presente, dado que, el pasado está presente en el empeño por restablecer en la transferencia , mediante el uso de la identificación proyectiva, una versión externalizada de los conflictos pretéritos. La esencia de la interpretación ( transferencial ) es que mediante ella, el terapeuta muestra que él no es el objeto arcaico que el paciente le proyecta, sino un objeto real que no se deja colocar en el lugar de tal objeto arcaico, y que preserva su propia situación.
En la interpretación psicodinámica se da a conocer al paciente aquellos procesos mentales inconscientes que dirigen y condicionan tanto sus relaciones con aquellos otros seres humanos con los que mantiene alguna relación, como su comportamiento, sus deseos, ideas e intereses. El paciente debe hacerse consciente de la vinculación existente entre sus ansiedades, defensas contra las mismas fantasías inconscientes y sus dificultades en el trato con sus semejantes, en su trabajo, en su situación familiar, en la orientación de su vida , etc.
El silencio del terapeuta
Con el silencio, el terapeuta comunica su disponibilidad, su atención, su tolerancia, su actitud exenta de crítica y su esfuerzo por comprender. Transmite al paciente la necesidad de que despliegue su pensamiento, intente observarse y comunique el fruto de esta observación. Hace saber al paciente que existe cierta distancia en la relación, y que es preciso soportar cierto grado de frustración destinada a estimular la tensión investigadora, a incitar a la constante búsqueda de nuevas perspectivas y a la indagación de la propia situación mental.
CASO JOHANN (22 años)
Ahora que ya queda claro el contexto en que se sitúa el psicoanálisis, sus énfasis, su metodología, me gustaría exponerles el caso de Johann.
El motivo de elegir a Johann como caso responde a cuatro aspectos:
Es un caso de Histeria de Conversión... situación que permite que el discurso psicoanalítico emerja y fluya de una manera muy natural.
Es un Histeria de Conversión en varones, situación poco usual y adquiere un enorme valor pedagógico que quisiera compartirlos con ustedes.
Porque las sesiones fueron de un alto contenido inconsciente y de recuerdos infantiles, que ponen de manifiesto la tesis que sostengo desde el psicoanálisis, con los aportes de Freud, Lacan, Miller y las asesorías con el profesor Ochoa.
Por la poco usual, pero coherente resolución y cura.
Sesión Nº1 (Entrevista Inicial)
5 de noviembre de 1999
Johann fue derivado por el neurólogo ya que sus síntomas respondían a correlatos de orden psicológicos y no físicos: aplicación de scanners y no se encontró nada a nivel cerebral. Su diagnóstico de derivación era Síndrome ansioso.
El motivo de Consulta responde a lo siguiente: "... esto me tiene muy incómodo, tengo como las piernas paralizadas, me tiemblan, no puedo sostenerme en pie... no oigo nada, en realidad si oigo, pero es como si oyera más... escucho como en doble intensidad lo que hace que no oiga nada ¿me entiende?... y con la visión es lo mismo... veo doble, no puedo fijar el punto ciego... veo y escucho más de lo que debería...".
Siguiendo el relato y la configuración del campo por medio del paciente, refiere que el momento de corte es cuando se separó hace un año de su esposa y de sus hijos "...empecé a olvidar cosas, me puse un poco tartamudo, también..."
Al tocar este núcleo, surge la siguiente asociación e inversión dialéctica en el discurso, razón que ya no lo hace hablar de las contingencias anecdóticas y relata que su separación responde a "... que ya se hizo insostenible la situación, ella no me satisfacía sexualmente... en realidad las mujeres no me excitan..y los hombre tampoco.".
Presenta miedos a ser homosexual "... es que me da asco pensarlo...", no ha tenido parejas homosexuales, pero si se siente más afeminado.
Esta situación lo desconcierta y pone en evidencia el primer rasgo que caracteriza la complejidad de este cuadro: que es la indefinición sexual, la represión de los rasgos que sexualizan la personalidad de Johann "... me hubiera gustado ser 100% hombre o 100% mujer... me gustaría estar seguro de lo que soy... me gustaría sido hombre o mujer, no esto a medias...".
Y empieza a esbozar lo que se desencadenaría en la sesión siguiente "... lo que soy es una parte fingida y parte realidad..."
Sesión Nº2
12 de Noviembre de 1999
Siguiendo con la cadena de significantes dejadas de la sesión anterior de nuevo estructura los temores homosexuales como tema de conflicto en la sesión, instaurándose como mecanismo de defensa, ya comienza a erigirse la intelectualización como defensa dominante dentro del proceso: "... ¿porqué soy así? ¿ porqué estoy así..." y lo determina esa "... verdad con falta de pasión...".
El quiebre se da cuando se esclarece que está así porque los síntomas sintetizan el yo y le dan coherencia de ser al sujeto, le dan consistencia y razón de existencia... y que es así porque es lo mejor que pudo hacer para enfrentar algo que seguramente fue terrible de soportar sano; que en ese momento lo definía este yo falso o fingido que Johann mostraba.
En ese momento puede darse cuenta que el matrimonio, su poción heterosexual, la decisión de tener dos hijos respondían más a la necesidad de querer mostrarse y mostrar a los demás que él es un hombre "... por medio de mi señora y mis hijos quise convencerme que era un hombre, pero fue todo lo contrario: como papá me avergüenzo y como hombre-pareja no respondo... cuando hacía el amor con señora deseaba llegar al orgasmo, pero no para sentirme bien; sino para que la relación sexual terminara lo más rápido posible...".
Termina expresando con lo único que tiene es un falso Yo; situación que teóricamente se vuelve a que el paciente no confía en sus sentimientos, desconoce sus verdaderas necesidades y se vive como con perfecto extraño ante sí mismo. ¿Qué debería desprenderse como consecuencia de este falso yo?...que dependerá siempre de la aprobación de otras personas que representen a los padres: pareja, grupos, y sobre todo sus propios hijos. Miller comenta "...los herederos de los padres son los recuerdos inconscientes y reprimidos que nos obligan a ocultar profundamente el verdadero yo ante nosotros mismos...".
Por lo tanto, asumimos en asesoría comenzar el tratamiento con diván, por dos motivos:
Mi presencia como terapeuta, el reflejo que teóricamente buscaría el paciente, sentía que estaba estorbando en el proceso de reelaboración e interpretación.
Y para estimular el recuerdo de escenas infantiles que pudieran el espacio para encontarse "... con la experiencia de la propia verdad... que posibilitan el retorno al propio mundo afectivo, sin paraíso, pero con la capacidad de sentir el duelo, que nos devuelve nuestra vitalidad..." Miller.
Sesión Nº3 (Diván)
19 de Noviembre de 1999
Johann al recibir la consigna del diván deja pasar un largo rato de silencio, que es estimulado a ser expresado, pues el silencio habla.
Explica que necesita remitirse a la infancia cree que todo comienza ahí, inconscientemente tiene claro a dónde ir, pero también manifiesta que no sabe por donde empezar y que le da mucho miedo encontrar lo que ya sabe: su odio al padre.
Relata: "... fui feliz... al jugar, claro...pero tuve muchas carencias: faltaba pa la comida habían días que no almorzábamos. Pero lo peor era que nuestro papá nos pegaba mucho, yo lo quiero harto... aunque me haya pegado pataas, aunque me haya humillado, aunque me haya golpeado tanto como una vez que me acuerdo...
... como a los 5 o 6 años, no me acuerdo muy bien, papá nos golpeó muy duro, fue porque nos pillo, a mi y mi hermano, comiéndonos unas colillas de cigarro, teníamos las manos y la boca hediondas a pucho... yo no entendía porque nos había pegado tanto, sentía que era menos... me sentía menospreciado, no me sentía querido...
...¿sabes? no lo quiero odiar... es que es el papá de adentro, a ese es el que odio, el que no supo criar a su hijo, que estuvo mucho tiempo ausente... el que solo estuvo para golpear y retar..."
El momento liberador del recuerdo infantil permite evidenciar la conflictiva amorosa con el papá que además responde a una imagen castigadora y represora: la golpiza por estar con los puchos en la boca, responde a mecanismos inconscientes de los juegos de erotización oral que toma características homosexuales con este padre excesivamente rígido que reprimió y definió traumáticamente lo que el niño "debía sentir".
Sesión Nº4 ( Diván)
26 de Noviembre de 1999
En esta sesión refiere que la situación de enfermedad estaba tomando aspectos gananciales y que respondía a la erotización del vínculo con el padre, por ejemplo:
"... siento que a mi papá lo quiero mucho más ahora, estoy a aprendiendo a quererlo más, estoy como sintiendo un cariño de verdad. Es que ahora me mima... siento que si volviera a ser niño... me da baños de tina, me ayuda... es como si me entregara amor... es que este es mi papá de verdad, espero no perderlo...". Resalto este punto por que va a ser preponderante en el curso de la sesión.
"... yo siento que es amor.... me gustaría subirme en sus brazos, abrazarle y decirle gracias por esto... y darle un beso... me siento como el niño mimado de papá..."
"... con mamá pasa igual... estoy muy preocupada por ella... le encontraron un tumor... no sé qué pasaría si mi mamá se muriera, para mi es todo, de puro pensarlo me enfermo más... si mi mamá se muere, se muere parte de mi... preferiría morirme yo..."
Al terminar la sesión de diván, se desvanece, tiene un desmayo que lo hace volver al diván... negando la situación, que no sabe lo que sucedió... que se sintió alterado... que no escuchó nada... solo termina "... sin mi mamá la casa es un caos, me gustaría estar siempre con ella... a mi papa lo amo, es un pilar fundamental...."
Es decir, este falso Yo queda realmente al descubierto: las constantes determinaciones de los afectos de Johann por sus padres terminó por construir un yo conciliador, complaciente, amoroso, sin odio... un yo que no es el de él, un yo que construyó para sus padres. Es decir Johann no pudo "...construir seguridad propia alguna, sigue dependiendo de sus padres..." no puede crecer.
Sesión Nº5 (Diván)
02 de diciembre de 1999
Johann sigue con el tema que dejó pendiente de la sesión anterior, pero con menos emoción, más intelectualizado .
Expresa que llegó con la sensación de que puede ocurrir "algo" ese algo responde al miedo de que sus padres tuvieran un accidente, "... que les pasara algo malo... un accidente..."
Continúa: "... si mis papás se mueren mi vida se arruina, no tendría apoyo, no tendría razón de estudiar, de salir adelante... yo los quiero mucho, no los quiero perder como mi abuelo, eso me dolió mucho..."
"... lo único que quiero es estar con ellos que me quieran , que me atiendan; por eso no los quiero perder... ¿sabes? Es difícil madurar, enfrentar la vida así ...solo..."
La inversión respondió a un hecho: el porqué se centraba tanto en la posibilidad de la pérdida de sus padres, porqué los mataba a cada rato.
Comentaba que su miedo respondía a deseos que emergían desde él, se sentía culpable por desear la muerte de sus papás como única posibilidad de crecimiento, como para enfrentar la vida solo "... con solo pensarlo preferiría morir..."
Sesión Nº6
No asiste... Después de terminar la sesión anterior comentó que quería ir al oculista porque si bien en psicoterapia habían cedido los temblores, las parálisis de las piernas, la sordera, y la ceguera de un ojo... había uno que aún molestaba.
Al ir al oculista fue derivado al Hospital, se le hizo unos exámenes y se diagnóstico un tumor cerebral e hidrocefalia, motivo que fue internado y enviado posteriormente a Santiago para la extirpación del tumor.
Miller expresa: "...A menudo tropezamos con intelectualizaciones, pues ofrecen una protección de gran fiabilidad, que, sin embargo, puede resultar fatal cuando el cuerpo en el caso de enfermedades graves- asume plena responsabilidad. Todos estos mecanismos de defensa se presentan acompañados por la represión de la situación originaria y de los sentimientos respectivos...".
No me resulta extraño que después de la extirpación Johann ya estaría curado: la culpa se puede haber ido como metáfora en el tumor.
David Verdejo López
Alumno en Práctica Consultorio Externo de Psicología.
Universidad de Tarapacá. Arica
Supervisor: Oscar Ochoa de la Maza
Línea Teórica Psicoanalítica
Nota de Ochoa: Posiblemente, la estructura histérica quede desfigurada al mateforizar el acto quirúrgico como una castración simbólica; de alguna forma el tratamiento de la histeria consiste en conducir al analizando a atravesar con éxito la prueba de la angustia de castración. Escribe Nasio: El histérico es el niño magnífico que solo, a las puertas de la prueba decisiva, listo para atravesarla, nos dijera:
Afrontaré mi angustia dejándola que pase sobre mí, a través de mí. Y cuando, gracias a una palabra, un silencio o un grito la angustia haya pasado, volveré mi mirada interior hacia su estela. Y por donde haya pasado, ya no habrá nada. Nada más que yo, convertido en pliegue de una cicatriz, impulso de un nuevo nacimiento.